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martes, 21 de abril de 2015

Pedro J. Ramírez: "Se avecina una nueva edad de oro de la prensa"

Posted By: Meraki - 11:46
                 

Según el creador del diario digital El Español, "nos encontramos en el mejor momento para el Periodismo", ya que aseguró se está reinventando de modo que el papel irá desapareciendo para dejar paso al formato digital (#nonecesitaspapel). En una conferencia que tuvo lugar el pasado miércoles 15 de abril de en la Universidad de Navarra, presentó a los alumnos de la Facultad de Comunicación su nuevo periódico tras ser despedido de El Mundo, un diario que él mismo fundó en 1989. 

El periodista aseguró que la llamada crisis de la sociedad de la información puede significar que se va a terminar el periodismo tal y como lo hemos conocido hasta ahora. En efecto, añadió: "Yo siempre he pensado que el modelo de negocio es distinto del futuro de la prensa". En el mismo sentido concretó que se avecina una nueva edad dorada para el Periodismo.  Pedro J explicó que esta edad dorada supone prescindir de la tala de árboles, del papel, la tinta, los quioscos, las manchas y los borrones cuando llueve...según el creador de  El Español eso no es sustancial al periodismo, sino que hay que tener en cuenta que hemos avanzado tecnológicamente. 

En mi opinión se trata de un discurso populista que sólo busca promocionar su propia marca. Tras más de treinta años imprimiendo el periódico todos los días, cuesta creer que haya cambiado su discurso de un modo tan radical. De acuerdo con este empresario, ha tenido lugar una transformación de la actividad, sin embargo el progreso no está tan sólo en prescindir de linotipistas y repartidores. La gran expansión de la tecnología (móviles, tabletas, ordenadores) exige cambios continuamente. Dejamos de talar árboles para explotar minas, extraer coltán y seguir vendiendo dispositivos perecederos y obsoletos en poco tiempo. Agarrarse a un formato muy prometedor pero poco estable me parece algo arriesgado. 
Los mejores comentarios sobre la larga vida al papel pertenecen al periodista Javier Errea, aquí adjunto la entrada de su blog, que se atreve a decir lo que mucha gente está pensando aunque aplauda la iniciativa del ex director de El Mundo. 


ABRIL 16, 2015

Portadas

Por Javier en General
Dieciocho años después, lo mejor del Newseum —el museo de las noticias— de Washington sigue siendo su colección de portadas. Alrededor se suceden muestras temporales con munición de grueso calibre, pero sólo en la silenciosa colección permanente de portadas encuentra uno el pálpito de la historia, que ilumina la demasiada penumbra de la sala.
Porque una portada no sólo es la foto fija de un día: es el espejo en el que nos podemos mirar y reconocer incluso muchos años y siglos después de haber sido publicada.
Desde que el mundo es mundo, el día tiene 24 horas y los humanos lo ordenamos todo según haya luz u oscuridad. Ni la sensacional invención de la electricidad ni la necedad del tristemente converso Pedro J. Ramírez han conseguido doblegar esta jerarquía natural de las cosas. A la noche le sigue el día, al descanso la actividad. Y así hasta que el mundo deje de ser mundo.
No, no es una excepción el periodismo. Nos pongamos como nos pongamos, se ponga como se ponga el director de El Español, el día seguirá teniendo 24 horas y el orden diurno seguirá siendo el más lógico —y más conveniente— para contar qué hacemos y cómo vivimos. Y para entenderlo. Necesitamos una mínima perspectiva para entender: la que da el día. No es verdad que el periodismo sea igual a simultaneidad. El mejor periodismo casi nunca es simultáneo. Ni tampoco asambleario. Ni tecnológico. No es el que abre puertas a discreción sino que el que las va cerrando, suavemente o a trompazos, indicándonos así el camino.
Una portada de periódico es un prisma mágico que genera en sus lectores la ilusión de poder capturar 24 horas del devenir histórico. Es memorable, que significa “recordable”, y por eso mismo “capturable”. Gracias a las portadas, el torbellino de acontecimientos que sucedió ayer cobra perfiles reconocibles hoy. Una portada nos ancla, nos hace el mundo más familiar y manejable. Nos permite además revisitarlo cuando queramos y recordar el perfume de los días.
Me acuerdo perfectamente de algunas portadas memorables de los diarios de mi rincón: la del primer Tour de Induráin, la de la última entrevista de don Juan de Borbón, la de su agonía con coma… También me acuerdo de otras portadas históricas, las tengo muy vivas en mi memoria: las de la guerra de Cuba y Puerto Rico en la prensa estadounidense (Pulitzer: The World, Hearst: New York Herald); la del naufragio del Titanic y la de la proeza de Lindberg en The New York Times; las de la llegada del hombre a la Luna; la de la dimisión de Nixon en The Washington Post; las de la muerte de Franco, las de atentados terribles, las del gol de Iniesta en la prensa española…
Justo lo contrario de las portadas digitales, que son inasibles, inexpresivas, incomunicables. Paradójicamente, incompartibles. En todos estos años no consigo recordar ni una sola portada digital. ¡Ni una! Me pregunto, inevitablemente: ¿cómo revisitarán la Historia los investigadores cuando sólo haya medios digitales? Y más: ¿qué verán, qué encontrarán, qué entenderán? Y aún más: ¿entenderán algo?
No hay portadas digitales memorables. Ni siquiera Pedro J. Ramírez, que ayer abochornó a los estudiantes de Periodismo de la Universidad de Navarra, conseguirá hacer una nunca.
En realidad, el mundo digital es un mundo sin portadas. Y un mundo sin portadas es como un hombre sin pasado. Por eso, mal que le pese al frívolo, al cínico, al irresponsable de Pedro J. Ramírez, cuyo pasado tenemos muy fresco, por cierto, los diarios de papel no sólo no son “un estorbo para el periodismo” ni “culpables de la tala de árboles” sino sencillamente insuperables. Representan el periodismo más genuino, el más necesario. El único que permanecerá siempre.

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